-¡Ah!¿Eres celíaca?¿Y ya has hecho el tour por los restaurantes sin gluten de Madrid?
-¿Tour? ¿Es que hay un tour?
-Bueno, no sé... hay algunos restaurantes que son para celíacos ¿no?
-Depende de lo que entiendas con eso de 'para celíacos'.
En los últimos años, es cada vez más frecuente que la gente (celíaca o no) piense que un celíaco sólo puede comer en los restaurantes en cuyas puertas luzca el símbolo de sin gluten, pero nada más lejos de la realidad. Tampoco son ciertos esos comentarios que afirman que en un 99,9% de los casos una persona celíaca no puede comer nada en un restaurante; otros menos exagerados hablan del 90%. Hablarán con porcentajes, pero no por ello es verdad.
La única condición necesaria para que una persona con celiaquía pueda comer en un restaurante es que la carta ofrezca platos cuyos ingredientes (o formas de elaboración) no tengan gluten (y que, por supuesto, sean del gusto del consumidor, aunque eso ya no es un impedimento dietético). Si vamos a una pizzería es lógico que no podamos más que tomar un refresco. Pero si en carta ofrecen carne, pescado, huevos, arroz o verduras, por ejemplo, siempre que estos no vayan rebozados, en salsas o con pan, seguramente podamos comer con tranquilidad. Puede haber dudas sobre los ingredientes de un plato o el modo de elaboración, pero para eso está la opción de preguntar al personal del establecimiento.
Aunque sí es cierto que una persona celíaca podría considerar los restaurantes según los siguientes tipos:
- Restaurantes que ofrecen platos sin gluten (pasta, pan, etc.).
- Restaurantes que ofrecen platos alternativos sin gluten (eliminando del plato de carta el ingrediente con gluten: la harina de trigo de una salsa, por ejemplo).
- Restaurantes en los que uno tiene que guiarse por su intuición o preferencias a través de los platos ofrecidos y preguntar ante la duda.
Además, en los dos primeros, están aquellos que están certificados y cuyo personal ha sido formado por alguna asociación de celíacos (Da Nicola, por ejemplo), así como los que, con formación propia, han decidido ofrecer esa variedad sin gluten (Il Particolare). Desde un punto de vista personal, ambos me ofrecen la misma confianza.
En este tipo de restaurantes es un gusto comer ya que no hay limitaciones, preocupaciones y, además, se puede llegar a comer todo lo que, en otras circunstancias, sólo podríamos comer en casa.
Los que ofrecen alternativas, al conocer el problema, dan la tranquilidad y facilidad de no tener que dar explicaciones. ¡Ojo! Pues no siempre está a la vista este conocimiento. En algunos se refleja en la carta, en otros, se descubre al comentar que se es celíaco.
Pero en los últimos, en aquellos que tal vez no controlen demasiado qué es la celiaquía, la experiencia culinaria no tiene por qué suponer un problema, ni durante la comida, ni después. Hay toda una oferta de platos en los que no se emplean ingredientes sin gluten y se pueden descubrir verdaderas delicias culinarias. En ocasiones, si se comenta el problema de la celiaquía y se explica, acaban hasta tratándote mejor (aunque no siempre).
En cuanto a los miedos por contaminación cruzada, equivocaciones, etc., son los mismos miedos que pueden surgir a intoxicarnos o a que nos pongan comida en mal estado. Es cierto que ocurre, pero no olvidemos que un restaurante es un negocio, lo último que quieren es perder clientes y mucho menos por una intoxicación (o reacción de cualquier otro tipo).
Si se decide ir a un restaurante, es normal preguntar si se tienen dudas, avisar de que se es celíaco (aunque a veces ni apetezca). Pero no nos engañemos, acosar al camarero de turno, exigir sin educación o llevarse el tupper de casa no son cosas normales por más que cada vez sea más habitual.
Si tienes celiaquía y quieres ir a un restaurante ve sin miedos, aunque siempre con la precaución de preguntar ante la duda, además de con paciencia y comprensión.
Somos celíacos, no gente a la que haya que tratar de modo especial.
Si no nos gusta el trato recibido o nos parece lógico el trato (siempre que se haya tratado al personal de buenos modos), lo mejor es no volver, al igual que haríamos si en vez de tratarnos mal por ser celíacos, lo hicieran por haberles dicho que nos pasaran más la carne. No sólo no nos servirá de nada, sino que, además, no servirá de nada para el próximo celíaco que entre en ese local.
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