En el final de esas noches en las que se está haciendo tarde incluso para llegar pronto a casa, parece ser condición sine qua non desayunar para no tenderte con el estómago vacío en la cama y caer en un sueño al que el hambre dificulta la digestión alcohólica. Si las primeras luces del día se asoman tímidamente, por lo menos en Madrid, se opta por el café con churros, aunque si la localización lo permite y el sentimiento castizo apremia, se cambiará el brebaje por la espesura del chocolate caliente.
Hasta aquí todo correcto, familiar o incluso recordatorio. Pero no si eres celíaco. En el plan hay un fallo, el protagonista de la historia: los churros. Es un manjar que para los de mi índole sólo se nos permite catar en el hogar (salvo rarísimas excepciones - que las habrá- pero que yo aun no tengo el gusto de conocer). ¿Por qué? La respuesta parece clara: harina de trigo.
Porque sí, los churros están compuestos mayormente de harina de trigo, y sí, grasa, mucha grasa, por eso están tan buenos. Pero ésto, no tiene por qué ser vox pópuli. ¡No! De lo contrario, nunca habría tenido esta conversación:
-¿¿No comes churros??
- No, no puedo. Ya sabes, yo y mis 'manías' con la comida.
-¿¿También tienen gluten??
- Eh... sí, claro.
-No sabía que los churros se hicieran con gluten...
Por ello, me parece necesario hacer pública la siguiente receta. Puede que se eviten muchas reflexiones innecesarias de madrugada:
CHURROS
- 1 parte de agua caliente
- 1 parte de 'gluten' (si eres celíaco sustitúyelo por harina sin gluten)
- una pizca de sal
- azúcar (opcional)
- bebida para acompañar su ingesta
Preparación:
Se calienta el agua, momento en el que echamos la pizca de sal.
Se coloca en un bol la harina (con o sin gluten) y se vierte el agua caliente.
Se mezcla bien hasta tener una masa homogénea -es bastante difícil de manejar y muy pegadiza-.
Colocamos la masa dentro de una máquina de hacer churros. (Podemos saltarnos el paso y freír directamente la masa en pegotes, pero es mejor dejar esta parte para la masa restante que sobre en la churrera).
En una sartén, ponemos abundante aceite y calentamos a fuego fuerte para freír los churros, dándole cada uno la forma de churro que su destreza mejor le permita.
Después de darles la vuelta para que se frían por los dos lados, se sacan y se colocan en una bandeja con papel de cocina absorbente...Listos!
¡Ah! No olvidéis el paso de los pegotes con la masa que haya quedado sobrante en la máquina.
Pueden acompañarse de azúcar o mojar en el brebaje elegido para el desayuno, la merienda o la comida de turno afortunada.
Hete aquí el secreto de los churros... una desilusión para más de uno ¡seguro!
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