Hay muchas objeciones que hacer al pan sin gluten. No ya en el sabor, al cual te acostumbras por más que sea un tanto más insípido que el de trigo; ni en la variedad, pues el universo actual de 'panes sin gluten' es una delicia si lo comparamos con las insípidas tortas de maíz que había a principio de los noventa, como único homólogo del pan 'normal'.
Pero hay otras como el precio, que sigue siendo astronómico en comparación con el pan de trigo, alcanzando en ocasiones niveles cinco veces mayor, aunque nos resignemos por la causa de nuestra compra. O también puede haber quejas en la composición: 'sin gluten', 'sin lactosa', 'sin huevo', 'sin aditivos', 'sin frutos secos', ... pero por favor ¿¿qué tiene?? O más bien ¿por qué el pan tendría que llevar alguno de esos ingredientes?
Dejando de lado el contenido, a lo que de verdad se pueden hacer objeciones, más que nada por la absoluta incomprensión en cuanto a los motivos que han llevado a hacerlos, es al continente de algunas marcas de pan sin gluten. Para algunos fabricantes todas las problemáticas que circundan al pan sin gluten parecen no ser suficientes. Como prueba, el diseño de este envoltorio que se repite de forma sistemática en toda la gama de esta marca:
Sea pan, pasta, harina, chocolate en polvo, palmeras, colines, galletas... en todos los productos nos espera esta niña medio asomada a nuestra comida. Una niña que te mira vigilante cual ojo controlador que parece decirte, en el momento justo en el que vas a coger el pan:
Así que quieres coger una rebanada de pan eh....
Con tal mirada, ya no da miedo acercarse al paquete de pan por pensar al precio que te va a costar hacerte un bocadillo (que a veces también), sino por esa mirada desconcertante y un tanto diabólica de una niña que no llegará a los 5 años, con lo que incrementa el factor de congoja.
Aunque hay una ventaja, es infalible a la hora de ponerse a dieta. Conozco sistemas 'anti-picoteos-entre-horas' que se instalan en la puerta de la nevera, con los que suena la banda sonora de la película Tiburón cada vez que la abres, que son menos efectivas que la foto de esta niña de los productos sin gluten.
Eso sí, puedes recortar la foto de la niña y ponerla en todo alimento que quieras evitar comer, seguro que sale más barato que el dispositivo de nevera con música, aunque al precio que están los productos sin gluten, el precio andará en similares proporciones.
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