Como llegué a mitad de conversación, pregunté:
- ¿A quién? ¿A algún niño de tu familia?
- No... a mi perro.
- ¿Cómo?
- Sí, es que nos ha salido rarito.
- Yo soy celíaca, pero nunca había oído que un perro pudiera ser celíaco.
- Celíaco y alérgico a alguna cosa más... le compramos pienso sin gluten...
Pues sí, también hay perros celíacos... y hasta pienso sin gluten!
Pensaba que la industria alimentaria sin gluten había mejorado mucho: pastelería, bollería, precocinados... ¡pero no tanto!

Aunque por otro lado, cabe reflexionar cómo hemos influido en la alimentación de estas mascotas. En principio no tendrían por qué llegar a descubrirles la celiaquía, ya que son carnívoros, pero a base de alimentarlos como si fueran omnívoros se han adaptado a este tipo de alimentación.
Afortunados los perros celíacos que cambian el pienso por la comida casera; qué no llevarán esos sacos de pienso, cuyo olor ya evita cualquier tipo de acercamiento.
Qué pena que en humanos las ventajas no sean tan notables.
Vaya. Pues que raro. Pues no se donde se vende esa comida, como no sea por Amazon...
ResponderEliminar